¿Por qué se produjo el deslave que dejó sin agua al sur de Quito?

Un deslizamiento de tierra en los páramos del Antisana destruyó parte del sistema La Mica - Quito Sur, afectando a más de 400 mil personas. Un experto en recursos hídricos explica las causas detrás del evento.


Redacción Catomedia

Desde el pasado 9 de julio de 2025, más de 400 mil habitantes del sur de Quito permanecen sin servicio regular de agua potable. ¿La razón? Un deslave masivo ocurrido en el sector La Mica, en las estribaciones de la Cordillera Central, destruyó una parte esencial de la tubería que conecta los páramos del volcán Antisana con la red de distribución del proyecto La Mica - Quito Sur, principal fuente de abastecimiento hídrico de esa zona de la capital.

La emergencia ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de los sistemas de captación y transporte de agua ante eventos climáticos extremos, y ha activado un despliegue de emergencia sin precedentes por parte del Municipio de Quito, Agua de Quito y el Gobierno Nacional para contener la crisis.

Una obra a contrarreloj

En el sitio del derrumbe, un contingente de al menos 100 trabajadores lucha contra el clima extremo y las condiciones del terreno para reemplazar el tramo dañado del sistema de tuberías. Las labores, encabezadas por Agua de Quito, buscan reconstruir y reactivar el flujo de agua desde La Mica hacia el sur de la ciudad.

El alcalde Pabel Muñoz informó el pasado 17 de julio que ya se había avanzado con cerca del 50% de la instalación de la nueva infraestructura, y se espera que el trabajo continúe durante las siguientes semanas.

“El personal ha trabajado día y noche, incluso bajo nieve y lluvia, para avanzar lo más rápido posible. Es una situación sin precedentes, pero la respuesta ha sido firme”, aseguró el alcalde en rueda de prensa.

¿Qué ocasionó el deslave en La Mica?

La pregunta clave sigue siendo: ¿qué originó un evento tan devastador? Para el secretario técnico del Fondo para la Protección del Agua de Quito (Fonag), Bert De Bievre, el deslave fue el resultado de un proceso acumulativo provocado por lluvias prolongadas e intensas en la Cordillera Central.

Según el experto, la saturación del suelo por lluvias constantes desencadenó una licuefacción de la capa superficial del terreno, lo que derivó en el deslizamiento de alrededor de 600 mil metros cúbicos de tierra en el área de captación del sistema La Mica.

“Se sobresatura el suelo y se licúa como una colada. Esa fue la causa del mortal deslave en el Tambo de Papallacta, del deslave que rompió el poliducto de Petroecuador en Paluguillo, y del último deslave en La Mica”, explicó De Bievre.

Este tipo de procesos no son excepcionales en zonas de alta montaña. De hecho, la combinación de suelos saturados, pendientes pronunciadas, y una capa subyacente incapaz de drenar a la misma velocidad que la precipitación superficial, conforman el escenario ideal para que se produzca una remoción en masa de gran magnitud.

Impacto directo en el sistema La Mica - Quito Sur

El sistema La Mica - Quito Sur fue construido para transportar agua cruda desde los páramos del Antisana hasta las plantas de tratamiento en el sur de la ciudad. Esta obra, considerada una de las más importantes en infraestructura hídrica de la capital, es la única fuente directa de agua potable para una extensa población que abarca varios barrios y parroquias del sur quiteño.

El colapso de una sección clave de la tubería, producto del deslizamiento, interrumpió completamente el flujo de agua, dejando a sectores como Quitumbe, Guamaní, Chillogallo, La Ecuatoriana, Turubamba, Solanda, y otros sin servicio.

El desafío de operar en un páramo activo

El sitio donde se produjo el deslave es una zona altamente sensible y dinámica, ubicada en las estribaciones del volcán Antisana. Estos páramos cumplen una función vital como esponjas naturales que capturan, filtran y liberan agua de manera progresiva.

No obstante, ante lluvias extraordinarias como las registradas en julio, su capacidad de retención puede verse desbordada. Según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), entre el 9 y el 20 de julio se registraron precipitaciones superiores a los 25 mm diarios, con picos que superaron los 50 mm en algunos sectores.

Además, el Inamhi advirtió que la situación climática no ha mejorado y pronosticó que las lluvias continuarían hasta finales de julio, aumentando el riesgo de nuevos deslizamientos y dificultando los trabajos de reparación.

¿Se pudo haber prevenido?

Para algunos técnicos y ambientalistas, si bien la magnitud del evento fue extraordinaria, existen lecciones importantes sobre la planificación de infraestructura en zonas de alta montaña.

“Debemos repensar cómo se diseñan y protegen estos sistemas. No se trata solo de resistir una lluvia fuerte, sino de anticipar un cambio climático que hará estos eventos más frecuentes e intensos”, afirmó un ingeniero de Agua de Quito que prefirió no ser citado por nombre.

Una de las medidas que se discute es la revisión de los sistemas de alerta temprana y monitoreo geotécnico, así como la creación de corredores seguros para las infraestructuras que cruzan zonas de alta fragilidad ambiental.

Acciones de mitigación: brigadas de agua y asistencia

Mientras continúan las obras de emergencia, el Municipio de Quito y el Gobierno Nacional han implementado brigadas móviles para entregar agua en los sectores afectados. Tanqueros, cisternas y puntos de abastecimiento han sido dispuestos en hospitales, escuelas y centros comunitarios.

Sin embargo, el reparto no ha sido suficiente para cubrir la demanda de miles de familias. Habitantes de barrios como Nueva Aurora y Guamaní han expresado su malestar por la falta de organización en la entrega de agua, lo que ha obligado a muchas personas a esperar horas en fila o incluso comprar agua embotellada a precios elevados.

Lecciones para el futuro

La crisis del agua en el sur de Quito representa un punto de inflexión en la gestión hídrica de la ciudad. Más allá de la solución inmediata que implica reconstruir la tubería colapsada, los expertos coinciden en que es necesario pensar a largo plazo.

“Debemos construir sistemas más resilientes y reconocer que el cambio climático ya está aquí. El diseño, la ubicación y la protección de nuestras infraestructuras debe ajustarse a esta nueva realidad”, reiteró Bert De Bievre.

En este contexto, la participación de entidades como el Fonag, Agua de Quito, el Ministerio del Ambiente y organismos internacionales será clave para impulsar soluciones integrales y sostenibles, que contemplen tanto la infraestructura gris (ingeniería) como la infraestructura verde (conservación de ecosistemas).

Un llamado a la corresponsabilidad

Finalmente, el alcalde Muñoz ha llamado a la ciudadanía a tener paciencia y solidaridad, al tiempo que exigió al Gobierno apoyo financiero y logístico para atender la emergencia.

“Esto no se trata solo de una obra que se cayó. Se trata de la vida de cientos de miles de personas. Por eso, desde el Municipio estamos haciendo todo lo posible para restablecer el servicio y evitar que una tragedia mayor vuelva a ocurrir”, afirmó.

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