FF.AA. niegan custodia de líder criminal en Manta


Redacción Catomedia

El 16 de julio, un ataque armado en la vía a San Mateo, en el cantón Manta (Manabí), sacudió nuevamente a un país ya golpeado por la violencia. En este hecho, fueron asesinadas tres personas: el presunto líder criminal Leonardo Briones, su esposa y un escolta. Briones era señalado por la Policía Nacional como integrante de mediano valor dentro de la estructura del grupo delictivo autodenominado Los Lobos.

Los atacantes —que según las primeras versiones fingieron ser miembros de las Fuerzas Armadas del Ecuador— interceptaron a las víctimas alrededor de las 14h00. Les habrían obligado a bajar de los vehículos blindados en los que se trasladaban antes de abrir fuego y darse a la fuga. La escena se desarrolló frente a varios testigos y dejó múltiples interrogantes sobre los vínculos de los custodios asesinados con instituciones del Estado.

Reacción de las Fuerzas Armadas

Tras la masacre, se generó un debate público por la supuesta implicación de personal militar en el hecho, debido a declaraciones iniciales del jefe policial de Manabí, coronel Giovanny Naranjo. En declaraciones recogidas por Diario El Universo, Naranjo afirmó que uno de los custodios asesinados era “miembro activo de las Fuerzas Armadas”. Esta declaración generó una rápida respuesta institucional.

Mediante un comunicado oficial, las Fuerzas Armadas negaron categóricamente que alguno de los involucrados estuviera prestando servicio activo en la institución al momento del ataque. Confirmaron que uno de los acompañantes de Briones, identificado como Éder Plúas Vargas, fue dado de baja en 2022. "No forma parte del personal militar en servicio activo desde su baja administrativa hace tres años", señaló el comunicado.

La institución también recalcó que ni Plúas ni el segundo escolta, cuya identidad aún no ha sido oficialmente revelada, tienen actualmente relación contractual o funcional con las Fuerzas Armadas. “Cualquier intento de vincular estos hechos con la institución no responde a la verdad y genera desinformación en la ciudadanía”, concluyó el pronunciamiento castrense.

¿Quién era Leonardo Briones?

De acuerdo con reportes de inteligencia policial, Briones habría ocupado un rol estratégico en la estructura regional de Los Lobos. Aunque no figuraba como uno de los máximos líderes, su ubicación como “objetivo de valor intermedio” en los registros del Ministerio del Interior indica una presencia relevante en la organización. Fuentes policiales aseguran que operaba en Manabí como nexo entre estructuras de microtráfico y redes de extorsión vinculadas a la banda.

Briones no era un nombre conocido públicamente hasta el ataque. Su muerte violenta, sin embargo, sugiere una posible fractura interna en Los Lobos o una disputa territorial con otras agrupaciones criminales. La Policía investiga la posibilidad de que el hecho se trate de un "ajuste de cuentas" vinculado al crimen organizado.

Un crimen con sello del conflicto armado interno

Desde enero de 2024, Ecuador vive bajo un estado de “conflicto armado interno”, declarado por el presidente Daniel Noboa mediante el Decreto Ejecutivo N.º 111. Esta figura jurídica, respaldada por el artículo 164 de la Constitución, permite al Ejecutivo emplear a las Fuerzas Armadas en operaciones directas contra grupos criminales, ahora considerados como “terroristas”.

Los Lobos, junto con otras agrupaciones como Los Choneros, Los Tiguerones o Los Águilas, han sido oficialmente designados como objetivos militares. La política estatal se enmarca en un enfoque de seguridad nacional que, sin embargo, ha sido objeto de cuestionamientos por parte de organizaciones de derechos humanos.

La violencia criminal no ha cedido. Solo en el primer semestre de 2025 se ha registrado un promedio de un asesinato por hora en el país, según cifras de la Alianza Contra el Crimen Organizado. En Manta, uno de los cantones más golpeados por el conflicto, se han reportado más de 250 muertes violentas en lo que va del año, convirtiéndolo en uno de los puntos más críticos del litoral ecuatoriano.

¿Usurpación de funciones militares?

Uno de los elementos más inquietantes del ataque en San Mateo es la presunta utilización de uniformes o simbología militar por parte de los agresores. Testigos aseguran que los responsables del crimen se presentaron como miembros de las Fuerzas Armadas, lo cual facilitó la interceptación de los vehículos blindados.

Este patrón ha sido documentado previamente en otros asesinatos perpetrados por grupos criminales. La usurpación de símbolos oficiales no solo genera confusión en la ciudadanía, sino que busca debilitar la confianza en las instituciones del Estado. “Es una forma de guerra psicológica”, señala el analista en seguridad Edison Narváez. “Si los criminales se disfrazan de militares, están enviando un mensaje de que pueden operar con impunidad”.

La delgada línea entre legalidad y criminalidad

El hecho de que uno de los escoltas de Briones haya sido un exmilitar despierta interrogantes sobre los mecanismos de seguimiento y control a exfuncionarios públicos vinculados a la seguridad. En el pasado, diversas investigaciones han revelado que tanto exagentes policiales como militares retirados han sido reclutados por bandas delictivas para desempeñar funciones de seguridad, inteligencia y sicariato.

Según el sociólogo Gabriel Hidalgo, “la falta de programas de reinserción y control post-baja facilita que algunos exuniformados sean captados por estructuras criminales, especialmente si tienen habilidades tácticas o acceso a armamento”. En este contexto, la delgada línea entre legalidad y criminalidad se difumina, con consecuencias fatales para la seguridad ciudadana.

¿Qué sigue?

El Ministerio del Interior ha prometido una investigación “exhaustiva” para determinar quiénes participaron en el ataque y cuáles fueron los móviles reales. Mientras tanto, la población de Manta permanece en alerta ante la posibilidad de nuevas represalias entre bandas.

El comandante de la Policía Nacional, César Zapata, reconoció que “la lucha contra el crimen organizado ha entrado en una fase más compleja”, donde los grupos armados no solo se enfrentan entre ellos, sino que también buscan infiltrarse en estructuras públicas y manipular la narrativa mediática para proteger sus operaciones.

El caso de Leonardo Briones y la masacre en la vía a San Mateo no es un hecho aislado, sino parte de una guerra no declarada que ya se libra en múltiples ciudades del país. Y en esa guerra, la desinformación, la infiltración institucional y el miedo se han vuelto armas tan poderosas como las balas.

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